Las Fallas: celebrando la primavera en Valencia

Las Fallas: celebrando la primavera en Valencia Les Falles Valencia

Descubre todo lo que Valencia tiene para ofrecer, incluyendo sus fiestas más emblemáticas, como las Fallas

La fiesta fallera nació para honrar la llegada de la primavera mediante la quema de todo lo viejo. Hoy en día, se ha convertido en una fiesta monumental que paraliza el tráfico de la ciudad durante unos días y acoge a miles de visitantes dispuestos a experimentar las emociones más intensas. La fiesta se vive en la calle, al aire libre bajo las estrellas o en la plaza bajo un sol intenso, entre continuas aglomeraciones de miles de personas.

Las Fallas, cuyo programa oficial comienza el 1 de marzo y finaliza el 19, son como invocaciones a la presencia del Sol todopoderoso para que su calor y su luz fertilicen los productos de la tierra. Este fuego está poblado de figuras, a modo de árboles, que se benefician de ese calor para transformarse en algo nuevo. Este ritual representa una victoria sobre la muerte y la afirmación de la nueva vida que el calor primaveral produce en la naturaleza.

Falles de valencia

El monumento llamado falla siempre tiene una historia que contar, repartida en escenas, escrita en carteles explicativos y también en el llibret, un catálogo escrito del contenido de la falla. Los temas elegidos guardan fidelidad a la tradición de los sátiros, divinidades campesinas del séquito del dios Dionisio, que ensalzaban el erotismo en sus versos. Además de esta línea de humor grueso, los falleros se esfuerzan a fondo en criticar la ciudad, el barrio, la vida política, las costumbres sociales. En realidad, ejercen durante unos días la libre crítica para luego, tras el fuego redentor, aceptar de mejor grado el orden establecido.

Se trata de una fiesta muy participativa porque el presupuesto para construir el monumento y desarrollar el programa de actos procede de las aportaciones voluntarias del vecindario, excepto la falla de la plaza del Ayuntamiento que se financia con el presupuesto municipal. Las comisiones falleras, de las que solo en la ciudad existen más de cuatrocientas, movilizan a miles de personas que se visten con los trajes regionales y desfilan en pasacalles acompañadas por música de banda. Es, por tanto, no solo participativa para el visitante sino especialmente para los vecinos que practican todo el año el asociacionismo festivo. Cada comisión tiene sus falleras mayores, presidente, tesorero y otros responsables de la compleja organización de la fiesta.

Los monumentos, cuyo destino final es desaparecer con el fuego, son el resultado del trabajo de todo el año. El gremio de artistas falleros constituye la mano de obra permanente de esta actividad artesanal, que se ha convertido en una industria que garantiza empleo a muchas personas. También la pirotecnia es una tradición artesana y artística con gran arraigo en esta tierra. En los días falleros la pólvora muestra su rostro más espectacular. Hasta el siglo XIV se la denominó fuego griego, lo que no deja dudas sobre su origen. Poblaciones del área metropolitana de Valencia, como Bétera, Godella y Moncada, cuentan con auténticas sagas familiares que han hecho de esta actividad un arte y una industria.

Otra de las actividades que genera puestos de trabajo corresponde a la confección del traje de fallera y fallero y a los vistosos adornos que la mujer luce en la cabeza. Con evidentes reminiscencias de la dama ibérica encontrada en Elche, la mujer valenciana reproduce en su cabeza dos tocados laterales y uno posterior con peinetas doradas.

Algunos artistas falleros esconden con cierto misterio el diseño y los detalles de sus monumentos hasta que la noche del 15 de marzo las fallas grandes, y un día antes las infantiles, se plantan en la calle. La mañana siguiente son visitadas por un jurado que emite el veredicto de cuáles son las mejores en las diferentes categorías que existen, de acuerdo al presupuesto invertido en su construcción. En la sección especial se clasifican las fallas más monumentales y de coste generoso.

Días antes, en la exposición del ninot, por votación popular se elige la escultura individual o el grupo escultórico que será indultado ese año del fuego y pasará a engrosar el fondo de figuras del Museo Fallero por su interés artístico.

Vista des del cel de les Les Falles de Valencia

Vista des del cel de les Les Falles de Valencia

Entre el 16 y el 19 de marzo, día de San José, numerosas calles de la ciudad quedan cerradas al tráfico por la instalación de los monumentos falleros y las carpas donde la comisión realiza sus actos sociales. Adornos luminosos cubren la calzada con bóvedas de figuras sorprendentes. El día arranca con la despertá, episodio en el que los falleros despiertan al vecindario con ruido de petardos y música. Luego, a lo largo de la mañana, se suceden numerosos pasacalles, y la recogida de premios. Al mediodía, entre la una y las dos, se dispara la mascletá, un espectáculo de mucho estruendo que levanta pasiones. En la plaza triangular del Ayuntamiento este disparo comienza el 1 de marzo. Miles de personas acuden a esa hora desde sus barrios andando hasta la principal plaza de la ciudad para temblar con la pólvora. Dura unos seis minutos, y cuenta con varias limitaciones marcadas por los responsables de la fiesta: está prohibido que se supere los 115 decibelios de impacto acústico y que se queme más de 120 kilos de pólvora.

De día y de noche se ofrecen comidas populares en el casal fallero, el local social de cada comisión, y en especial paellas cocinadas en fuegos encendidos en la calle. Por la tarde del 17 y 18 se realiza la Ofrenda de flores a la Virgen de los Desamparados y se participa en verbenas y concursos, para concluir el día con los castillos de fuegos artificiales. La Nit del Foc es la gran cita nocturna del día 18 en el viejo cauce del Turia. Un espectacular castillo de fuegos artificiales ilumina artificialmente la ciudad con monumentales palmeras de colores. Verbenas y conciertos animan los barrios produciendo un ruido que no deja dormir hasta bien entrada la madrugada.

Y llega el final de la fiesta, la cremà, a la medianoche del día 19. La combustión del monumento fallero, entre carcasas y truenos multicolores de pólvora, elimina todo rastro de la fiesta. En pocas horas, con la colaboración del servicio de limpieza urbana y bomberos, en la ciudad no quedan huellas de estas jornadas de extroversión social. Una vez más el destino catártico de todo el esfuerzo de un año se ha cumplido, porque lo viejo da paso a lo nuevo que aún está por nacer.

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